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Cristina García
(En español)
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Cuando salí de Cuba tenía sólo dos años, pero recuerdo todo lo que pasó desde
que era una cría, cada una de las conversaciones, palabra por palabra. Estaba
sentada en la falda de mi abuela jugando con sus pendientes de perlas, cuando
mi madre le dijo que nos iríamos de la isla. Abuela Celia la acusó de haber
traicionado la revolución. Mamá trató de separarme de la abuela, pero yo me
agarré a ella y grité a todo pulmón. Mi abuelo vino corriendo y dijo: « Celia,
deja que la niña se vaya. Debe estar con Lourdes. » Esa fue la última vez que
la vi.
Mi madre dice que Abuela Celia ha tenido un montón de oportunidades de salir
de Cuba, pero que es terca y que El Lider le ha sorbido el seso. Mamá dice «
comunistas » de la misma manera que alguna gente dice « cancer » , lenta y
rabiosamente. Lee los periódicos página por página intentando detectar las
conspiraciones de la izquierda, hinca su dedo sobre la posible evidencia, y
dice « ¿Ves lo que te digo? ». El año pasado, cuando El Lider encarceló a un
famoso poeta cubano, ella, tratando de salvarle, se burló con desprecio de «
esos izquierdosos intelectuales hipócritas ». « Crearon esas prisiones para
que ellos se pudrieran en ellas —gritaba, sin que sus palabras tuvieran
demasiado sentido—. ¡¡Son subversivos peligrosos, rojos hasta el tuétano!! »
Blanco o negro, así es la visión de Mamá. Es su forma de sobrevivir.
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